Francisco López – Febrero de 1998
La pirámide asentada y bella
Pepi I, sucesor de Userkara, un faraón que reinó durante poco tiempo a la muerte de Teti, se encontró, cuando fue a construir su pirámide, que el espacio en Saqqara Norte, tras la construcción del recinto de su padre Teti estaba muy limitado, por lo que trasladó la construcción a una zona cercana al poblado de Saqqara, al norte de la pirámide de Isesi. La pirámide conocida como ‘La pirámide asentada y bella’ (Mennefer-Pepi) dio origen al nombre Menfis.
Actualmente la pirámide está reducida a un montón de escombros. Era una copia de la de Teti, en distribución y dimensiones (L = 78.5 m h = 52.5 m a = 53º 7′ 48” ). Contiene gran cantidad de textos en todas las paredes excepto en el serdab, grabados con jeroglíficos verdes sobre calcárea blanca. En la cámara funeraria se encontró uno de los vasos canopos destinados a guardar las vísceras del rey, que actualmente ha desaparecido.
El complejo funerario estaba rodeado de un muro de 6.7 metros de altura decorado con jeroglíficos. El recinto incluye pirámides pertenecientes a las reinas Anjenesmerira (La mayor y la Joven). Todas son una copia reducida de la pirámide de Pepi I. La primera medía unos 21 metros de lado y de altura y está situada al sur del recinto. Pertenecía a la reina Nubunet y su sarcófago se encontró totalmente destruido en la cámara funeraria. La pirámide no tiene nada excepcional y sigue una distribución clásica. La segunda, descubierta en 1989 parece ser idéntica a la anterior en dimensiones y distribución. La tercera pirámide, con la misma distribución y dimensiones que las otras 2 (excepto la cámara funeraria que es de menor tamaño), fue construida de manera menos cuidadosa. La parte interior del templo funerario se realizó en ladrillo. En el serdab de esta tercera pirámide se encontraron restos de un collar de bronce, un vaso también de bronce y una sandalia de madera. Existen restos de una cuarta pirámide atribuida a la reina Meritites II.
– Historia de las Pirámides de Egipto de José Miguel Parra Ortiz. Editorial Complutense. Madrid 1997.