La Cosmogonía y la Enéada Heliopolitana – Atum-Ra

Imagen 10-1. Atum-Ra

Imagen 10-1. Atum-Ra

Dentro del Nun se encontraba ATUM-RA (imagen 10.1). Parece evidente que Atum, de personalidad andrógena y muy arcaica, en los comienzos fue un principio abstracto que sufrió un proceso de personalización hasta tener forma humana y concretamente de varón. En sus orígenes lo encontramos como un dios telúrico, quizá un tótem local, que carecía de función solar. En una etapa muy temprana, pero en época dinástica, es asociado a Ra y este le traspasa su naturaleza interpretándose que Ra era su conciencia, su energía en la acción creadora que se manifestaba a través de los rayos del Sol(1), su complemento. Así se le da un sentido espiritual, disipador de las tinieblas. De éste modo y mediante el sincretismo, Atum-Ra reúne en si rasgos ctónicos y solares, recordemos también su personalidad activa/pasiva fusionada durante el Reino Antiguo; deidades que, tomadas como unidades independientes, representan aspectos diferentes del Sol, mientras que como “un todo” simbolizan al dios creador por antonomasia, ambos suponen una completa y perfecta simbología para explicar el concepto amplio de lo que se quiere representar en él.

En los “Textos de las Pirámides” Atum-Ra aparece como “Señor de Heliópolis” y “Señor de los Limites del Cielo” siendo estos los indicios escritos más antiguos. Ra, procede con mucha verosimilitud de Sajebu una localidad próxima a Heliópolis, hecho que dada su vecindad pudo favorecer para su fusión. Es entonces cuando aparecen también las distintas manifestaciones del Sol, en cuanto a la multiplicidad de formas: Atum, llamado “el No Ser Aún” en el anochecer, Ra el sol en el cenit, a los que en esta secuencia más tarde se unirá Jepri “el que Vino a la Existencia” representado como un escarabajo en perfecta analogía con el Sol del amanecer, siendo todos igualmente, dioses locales del área heliopolitana. Horajty es el halcón lejano en el horizonte, obtenido de la fusión de Horus y Ra como ya vimos anteriormente.

Atum crea sin necesidad de una contrapartida femenina y auto-surge gracias a su voluntad y su energía cuando se encontraba latente en las aguas del Nun. Es un hecho inequívoco y claro que no requiere explicación, sin embargo más adelante los teólogos de Heliópolis sintieron la necesidad de modificar la creación para hacerla más comprensible, para ello dotan al dios de una compañera llamada Iusaas (en otros casos aparece Hathor, Señora de Hetpet, en su lugar) cuyos epítetos son: “Ella Viene y es Poderosa” o “Ella Vino con el que es Grande”, que es titular de una capilla en el recinto de Heliópolis. “Ella” era la diosa consorte y la materialización de la mano de Atum en el acto creador, representada con un disco solar o con un escarabajo sobre la cabeza.

Atum-Ra es el dios más importante del pensamiento religioso egipcio, tanto que el resto de los dioses provinciales fueron sufriendo asimilaciones con él. Realmente las cosmogonías locales generalmente utilizaban la fórmula heliopolitana incluyendo a su divinidad local. De este modo, y a partir del Reino Medio, la solarización de los dioses hace que aparezcan divinidades como Amón-Ra, Sobek-Ra, etc. Los únicos dioses que no llegaron a sufrir esta fusión fueron Ptah, quizá por ser un dios creador demasiado importante con un clero influyente, y Osiris, cuya leyenda era demasiado popular.

Atum reúne en sí toda la creación. En ocasiones es identificado con la colina primigenia en sí misma, siendo la unidad de una creación diversificada, la primera fuerza cósmica creativa y un dios andrógino potencia del orden de vida. La creación en torno a él tiene un carácter eminentemente sexual, una forma primitiva pero lógica de expresar el pensamiento profundo de la existencia. Su unión a la Enéada heliopolitana para dotarle de una genealogía, tal y como también la tenían los hombres, parece remontarse entre las Dinastías I y V.

No obstante este dios, aunque poderoso en sí mismo, necesita y utiliza una serie de fuerzas para dar cuerpo a la creación. De este modo, encontramos a Sia, Hu y Heka que representan la inteligencia que proyecta el mundo, la decisión creativa y el mago cuya energía realiza la palabra, respectivamente. Es curioso destacar que las dos primeras fuerzas carecieron de culto mientras que la tercera lo tiene documentado desde el Reino Antiguo sin que hallamos podido averiguar el porqué de este hecho. Todos ellos aparecen protegiendo a Ra en su acto creativo y acompañándole en su barca que surca el mundo subterráneo. Pero para los teólogos de Reino Nuevo estas fuerzas no fueron suficientes añadiendo elementos nuevos y “sofisticados” que denotan un pensamiento más evolucionado y complejo. Así aparecen: Iri la acción, Sedyem el oído y Shai la determinación y el destino.

Pese a su preponderancia Atum-Ra nunca desplazó a otros dioses, a los que se adoraba en su santuario. Tenemos constancia durante el Reino Antiguo de cultos a Horus y a su homóloga femenina, Hathor, y sabemos que la esposa principal del sacerdote de Ra en Heliópolis era igualmente sacerdotisa de Hathor posiblemente relacionándola con la compañera del dios.

La personalidad del dios Atum a veces es enigmática. Se nos presenta como una divinidad que puede tener aspecto de serpiente en su forma más arcaica relacionada, como la mayor parte de los ofidios, con el espíritu emergido, que en Heliópolis además, se identifica a la divinidad local lmy-Uhaf, “El Deslizado”. La mitología egipcia nos muestra a este animal como una fuerza benefactora y creadora símbolo del espíritu emergido, sin embargo, también puede estar representado bajo el aspecto de la serpiente dañina Apofis (aunque jamás citada en el contexto de la cosmogonía y siempre a partir del Primer Período Intermedio) como representación de “la no-existencia” o, como en los “Textos de las Pirámides” (§ 1146), bajo el nombre del “Muy Numerosa en Anillos”, donde se la relaciona con los limites del mundo. En este caso habría que preguntarse el por qué de ambas representaciones tan dispares entre sí: la creadora junto a la dañina. Algunos investigadores interpretan estos dos conceptos como la forma de Atum cuando se hallaba en el océano primordial en un estado de no-existencia, es decir cuando formaba parte del caos (como Apofis), y la divinidad cuando toma consciencia de sí misma y comienza la creación. De nuevo serían dos manifestaciones del mismo dios.

Bajo el aspecto estable de Atum-Ra, iconográficamente se le representa en forma humana con la doble corona sobre la cabeza, de león o de icneumón en este último caso en Heliópolis (con la apariencia de Ra) para simbolizar el poder del dios -que en esta forma- mata a las serpientes, es decir, elimina su aspecto remoto de dios no-existente en el caos primordial. De igual modo, le encontramos bajo apariencia antropomorfa, cabeza de carnero, forma de mangosta, anguila etc., estas últimas en el aspecto de Atum. Vemos por tanto que la variación de representaciones de esta divinidad evidencia su controvertida procedencia en cuanto a dios ctónico y solar. Bajo el aspecto de Ra aparece asimilado al halcón, al carnero, a la musaraña, al elefante, al macaco, al escarabajo pelotero, o al Toro Mer-Ur de Heliópolis desde el Reino Nuevo.

Otro símbolo empleado por los teólogos de Heliópolis fue una flor de loto para explicar el nacimiento del Sol, ya que esta planta se abre al nacer el día y se cierra al anochecer. El loto emergido de la colina primigenia abriendo sus pétalos habría mostrado al dios solar, que más tarde y en este aspecto se identificó con Nefertum.

Pero aun no hemos visto todas las formas posibles de Ra en Heliópolis. En los “Textos de las Pirámides” (§1652), se menciona otra forma del dios: el pájaro Bennu,  representado por la garza real cenicienta, más conocida por el nombre que le dieron los griegos, ave Fénix, creyendo ver una identificación entre su divinidad y la heliopolitana. Ambas, de una manera u otra renacían. El pájaro Bennu, aparecía en Egipto coincidiendo con el comienzo de la inundación siendo identificado con la abundancia que se esperaba tras la retirada del Nilo, por otro lado, este ave surcaba los cielos al amanecer lo que indujo a los teólogos heliopolitanos a identificarlo con el sol. El pájaro Bennu es el Ba del dios, que al aparecer la luz toma esta forma diariamente, y está relacionada con la resurrección del difunto, dándole un marcado aspecto solar.


1.- Bickel, Susanne.: La Cosmogonie égyptienne avant le Nouvel Empire. OBO 134. Göttingen 1994, pág., 43.

 

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