La Cosmogonía y la Enéada Heliopolitana – Shu y Tefnut

Ya hemos visto que en el mito heliopolitano, SHU Y TEFNUT son la primera pareja creada por Atum (Pir., §1652-53, §1248) que, según el pasaje, son escupidos o expectorados respectivamente por el dios en “La Mansión del Fénix” en On(1), donde Atum-Jeprí hizo nacer la piedra Benben. Por lo tanto constituyen dos aspectos potenciales del dios andrógino y neutral complementarios que simbolizan la fuerza vital que anima el universo.

Representan el origen, la expresión del orden cósmico, la realidad de lo masculino y lo femenino como principio primario de acción y creación, es decir, la multiplicidad. En los Textos del Reino Medio, Shu aparece mencionado como: “La Mucosidad del Dios Primigenio”, “El Aliento Impalpable del Nun” y “El Soplo de Vida”, lo que remarca su directa dependencia con el creador al que en ocasiones llega a igualarse. El mismo sentir se hace patente en los “Textos de los Sarcófagos” (Fórmulas, 76, 79-80) donde podemos identificar a Shu como dios creador “Padre de los Dioses” y mediador entre Atum y el resto de las deidades, situación datable muy posiblemente en el Primer Período Intermedio. Como contrapartida, en los mismos textos (Fórmula, 80) se califica a la pareja formada por Shu y Tefnut como “Indispensables en la Vida de Atum”, creándose un vínculo recíproco, donde la pareja aparece íntima e indisolublemente unida a su padre, formando una tríada creadora, de regeneración del orden y la estabilidad del cosmos, que había sido asentado por su causa.

Imagen 11-1. Shu y Tefnut

Imagen 11-1. Shu y Tefnut

Shu, el aire, cuya iconografía es la de un león o un hombre (imagen 11.1) con una o varias plumas sobre la cabeza (en este último caso, respecto a su identificación con Onuris) es la forma de explicar el elemento activo que transforma el caos en un comienzo de orden, gracias a él existe un lugar habitable para hombres, animales y dioses y su presencia queda materializada en el ciclo mediante las nubes que forman esqueleto. De igual modo es el responsable de que la luz necesaria para la vida tenga un lugar donde estar. Su nombre significa “El Vacío”, (como el de su esposa Tefnut), aunque en el contexto de la cosmogonía también puede personificar “la vida”(2). Su papel en el escenario heliopolitano ya ha sido explicado cuando narramos el mito. No obstante vamos a resaltar un punto: Shu era ayudado, en una variante del mito, por ocho vientos que servían de asistentes y el lugar donde había “levantado el cielo” era la ciudad de Hermópolis. Con estos ocho vientos capitaneados por Shu aparece de nuevo el número mágico, el 9, formado por el dios Shu y sus auxiliares, que podrían estar conectados con los dioses primigenios de la cosmogonía de Hermópolis y con las invocaciones que habría que hacer en favor del fallecido. En los “Textos de los Sarcófagos” (Fórmula, 154.) estos personajes estaban personificados por: dos elementos de fuego, dos serpientes, dos monstruos defensores y dos elementos auxiliares. En esta ocasión los mitos heliopolitanos, osirianos, hermopolitanos, etc., se encontrarían mezclados para dar cuerpo a la mitología. De esta manera tenemos de nuevo otro camino para expresar la multiplicidad de lo divino llegando a un concepto concreto.

Su compañera, la leona Tefnut, (imagen 11-1) símbolo de la humedad y el agua, es el elemento necesario para que la creación continúe. Aparece bajo la forma de una mujer o una leona que porta un disco solar o una serpiente sobre la cabeza. Su importancia en las concepciones originales heliopolitanas no es clara. Algunos estudiosos creen ver en esta figura una divinidad no destacable, creada artificialmente por el clero tan solo para simbolizar el concepto femenino imprescindible en la creación. Sin embargo y aunque poseemos escasas referencias de su alcance durante el Reino Antiguo, parece que fue destacándose progresivamente como divinidad poderosa y su conexión con la humedad y el agua es básica para comprender la importancia de este elemento para la subsistencia de los seres vivos.

Es posible que los sacerdotes de Heliópolis crearan a Shu como concepto de vida principal y otorgaran a Tefnut el principio del mundo ordenado, asimilándola a Maat (que tradicionalmente es hija de Ra) desde finales de la Dinastía III. De cualquier modo no será hasta la recopilación de los “Textos de los Sarcófagos” (Fórmula, 80) cuando aparezca este sincretismo de una forma mucho más clara y definida.

Tefnut, solar por naturaleza, es igualmente identificada con el Ojo de Ra y la lengua de Ptah, dios creador de la cosmogonía menfita. Recordemos su protagonismo en el Mito de la Diosa Lejana. Es precisamente entonces cuando la divinidad solar la coloca sobre su frente (transformada en Ureus) pasando a ser guardiana del dios y de la realeza. Bajo este aspecto Tefnut conserva rasgos eminentemente felinos y su identificación con Maat sigue siendo efectiva, pudiendo ser debida, entre otras razones, a su carácter agresivo que la faculta para restablecer el orden que encabeza y del que por otra parte es integrante.

Algunos autores, entre los que se encuentra Pirenne, opinan que en Heliópolis el origen de la pareja tomada como unidad pudo responder a un concepto de entidad creadora, cuyo nacimiento habría que buscarlo en una remota diosa madre. Para este autor el elemento principal habría sido el femenino, mientras que el masculino sólo constituía un paredro de ella(3). Es decir, el culto local que sucede a esta diosa-madre, podría haber sido el de Shu y Tefnut, representados bajo el aspecto de dos leones(4), a los que se les habría superpuesto posteriormente el dios creador Atum. Este hecho que queda reflejado convenientemente en el “Libro de los Muertos” (Cap., 115) donde se nombra a la serpiente de Heliópolis y finalmente al finado, afirmando “conocer a las almas de Heliópolis: Ra, Shu y Tefnut”. Por otro lado Wallis Budge, considera que la tríada más antigua es la formada por Atum, Geb y Nut, habiendo sido sustituida más tarde por la ya mencionada. Con estos someros datos podemos llegar a la conclusión de que, aun habiendo aceptado una jerarquización básica, es la que manejamos más frecuentemente, aún no podemos afirmar de forma categórica cuál fue el origen y el orden de éstos en la noche de los tiempos, antes de que aparecieran registrados en los primeros textos.


1.- Nombre bíblico de Heliópolis.
2.- Bickel, Susanne.: La Cosmogonie égyptienne avant le Nouvel Empire. OBO 134. Göttingen 1994, pág., 129.
3.- Pirenne, Jacques.  Historia de la Civilización del Antiguo Egipto.  Tomo lº pp. 51, 66.  Barcelona 1.977.
Budge, Wallis.  From Fetish to God in Ancient Egypt.  Ed.  New York 1.988.
4.- Existe una asimilación entre Shu y Tefnut en unas ocasiones y entre Geb y Nut en otras, con un divinidad llamada Aker que también personifica la tierra, cuya iconografía es similar.  Aker constituye un elemento estático/pasivo, como el dios Geb.  Sobre esta cuestión consultar: Castel Elisa.  Algunos Aspectos de dioses Felinos en el Antiguo Egipto.  BAEDE 2. Madrid 1990.  Faulkner, R.O. Oxford 1969.  Op. cit., § 796.  Aker es identificado con Geb y Nut.

 

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